17 agosto, 2009
pequeña historia de mí
siempre he sido diferente, pues, cuando nací, lo hice con un defecto físico, no sé por qué, o si tiene que ver con lo difícil del embarazo. nunca me he atrevido a preguntar, solo sé que una oreja no le he tenido desde pequeño. y nunca tomé conciencia de ello sino hasta que tuve alrededor de 4 años. que mi madre me decía que si me preguntaban el porqué, es por que así nací, eso es todo cuanto recuerdo de entonces. y nunca me ha molestado, pues para mí, es mi recuerdo y mi bandera de que de hecho, soy diferente.
recuerdo mi primer día de clases, recuerdo mis pensamientos; palabras tan avanzadas para un niño que entraba a kinder, y la recuerdo a ella, aquella niña que torturaría mi infante corazón hasta los 12 años si no es que más.
siempre he sido diferente, me dí cuenta a los 5 años, cuando mis amigos jugaban futbol, a mí no me agradaba. en esa edad cuando uno busca moldearse a los demás, yo no. jamás lo he hecho, siempre he sido callado y pensante, en una familia donde los comentarios 'malos' eran reprimidos, mi mente siempre hablaba y gritaba en silencio, aprendí que callado e inmovil no me metía en problemas, aunque aveces era inevitable, y cuando era reprendido me culpaba a mí mismo de una manera tan poco saludable para un niño.
siempre se me exigían altas calificaciones, en una boleta, la mínima tolerable que me salvaba de un castígo y regaño seguro, y a veces un castígo físico, eran dos nueves, los demás dieces. corte de pelo cuadrado y ropa siempre nueva, limpia y bien fajada. y todo esto acumulaba sentimientos en mí que esperaban ver libertad pronto, o estallar contra algo o alguien.
llorar estaba prohibído, pues era cosa de nenas, y luego de llorar, la promesa de hacerme usar un vestído. y estoy seguro de que si me hubiese interesado cocinar, coser, o algo por el estílo, también hubiese sido reprendido, y hasta pude comprobarlo en una ocación que cosía con mi madre. gran parte de las cosas implicaba un riesgo de que me reprendieran duramente, es por eso que elegí cerrarme a mi mundo de muñecos y dibujos, mi mundo de fantasía.
desde pequeño aprendí pues, a ocultar mis cosas preciadas.
afortunadamente llegó la secundaria, y la consecuente libertad que conlleva. y toda esa carga, de inconformidad con lo que se suponía debía ser, tocó luz tan solo abrí los ojos a la vida; había llegado a la conciencia plena de mi existencia. empecé a navegar en el internet, descubrí muchas cosas en tan poco tiempo, era mi sed de conocimiento, mi sed de comprenderlo todo.
descubrí música nueva, maneras de pensar que antes me eran incomprensibles, culturas, ciencias, artes; cada día me acercaba más y más a concluír, que esta ciudad, esta cultura y este país no eran lugar para mí.
en mi vida no me arrepiento de nada, excepto de una sola cosa; el día que mi padre me preguntó si era emo, y yo en mi inocencia de adolecente pensé que podría confiarle a mi padre lo que era, le dije que sí. y es que en esos días yo quería romper todo esquema, me harté de vivir como había vivido, de vestír, peinarme, y actuar como algo que simplemente no soy. y supongo que era mi manera de decir "soy diferente, y no tengo miedo de serlo" hoy en día no soy emo, no considero ser parte de un grupo, tomo lo que más me agrada y lo adapto a lo que soy yo; es mi estílo. pero por esas fechas estaba en mi transición gradual, estaba buscando mi identidad.
y para ser honesto nunca me había afligido nada, es decir, en mi vida había habido desamores, decepciones, problemas, dificultades y todo tipo de tristezas, pero como en la de cualquier otra persona. e irónicamente lo único que realmente me aflige y hasta hoy en día es que mis padres se nieguen rotundamente a aceptarme, e intenten volverme quien no soy. es lo único que me molesta de mi vida, y sé que todos estos problemas que he tenído, se han derivado de aquella pregunta; "¿eres emo?". coño, hubiese mentído, hubiese dicho que no, y todos estos problemas me hubiese ahorrado. pero lo dicho, dicho está, y tengo que vivir con el peso de ocultar mis pertenencias preciadas, aquellas cosas que al verlas me hacen sentir seguro, me hacen sentir que brillo más que nunca, pero no brillo para llamar la atención, brillo para mí; pues me veo como realmente soy.
hoy en día vivo con el miedo de que mi ropa favorita al día siguiente ya no esté, o de que mis guantes y muñequeras se olviden en la basura, vivo con la necesidad de ocultar mis escritos, mis poemas, mis dibujos. vivo con el pecado de expresarme, decir lo que pienso es impensable, mi ateísmo es una enfermedad mental, mi pasión; la música, es el blanco de las amenazas ante mi mala conducta, mi cuarto; mi fortaleza de silencio, lo más cercano a un hogar; mi habitación, es lo que abrazo cada día, temiendo de que mañana intenten correrme de casa de nuevo.
no puedo dejar mi habitación sin sentir que será violada para encontrar mis tesoros de nuevo. ya lo hicieron una vez, días después de confesar ser emo, me quitaron mi chamarra favorita, mis guantes, mis muñequeras; todo lo había escondido en una mochila donde pensé que estarían a salvo de la vista inquisitiva.
vivo con el pesar de que mis gustos son prohibídos, mis creencias herejía, mis pensamientos y mis ideales, basura; producto de rebeldía adolecente y nada más.
vivo encerrado, con miedo a salir, por que a donde sea que vaya, que me lleven. sí, es verdad, me llevan, pero pasado el tiempo se quejan conmigo cuando dicen que traigo a mi madre dando vueltas, es por eso que prefiero no salir. y el transporte público es muy peligroso para mí. además, mi habitación es muy segura, y mi única ventana al mundo exterior es este ordenador que se está cayendo a pedazos, es lo único que me permite sentir que soy algo libre. a menos de que haya sido castigado por algo que amerite cerrarme la ventana, o de que mi madre no esté de humor. este ordenador que ha estado conmigo desde hace tiempo, ha presenciado muchos momentos, y ha sido mi escape a otras realidades cuando la cosa se pone fea por acá. he aprendido a repararlo, a darle mantenimiento, todo cuanto me sea posible por que esta ventana no se cierre.
vivo con la envidia hacia mis amigos de ser aceptados por sus padres, y hasta apoyados en el gusto de ser diferente.
pero almenos soy libre, es decir; almenos me permiten elegir. puedo hacer lo que me dicen o irme de la casa, pero de ningún modo me obligan a hacer algo. si no me corto el cabello me voy de la casa, o cualquier cosa que se les ocurra, si no lo hago tendré que irme de la casa. pero de ningún modo me obligan.
antes mi silencio compraba mi tranqulidad, pues no me metía en problemas. pero ahora guardar silencio se ha vuelto pecado.
vivo con miedo a la inquisición, donde todo símbolo, por más insignificante que me paresca, será juzgado fría y morbosamente. pero almenos me reconforta saber que desde mi infancia aprendí a ocultar todo de la visión inquisitora.
recuerdo aquel día, recuerdo la felicidad que me causó, cuando mi padre me llamó y me dijo que apartir de ese día iba a dejar de preocuparse por mi vestir, por mis ideas, mis pensamientos, que al fín me movería independientemente en el transporte público. y yo sabía, y lo he sabido siempre que a mis padres les desagrada bastante todo pensamiento y manera de ser que provenga de mí, y sabía que no lo aceptaría. sin embargo, en ese momento la promesa de dejar de intentar cambiarme, y al menos tolerarme me despertó cierto positivismo en mí.
y dos días después me vestí, aún con cierto temor, con mis guantes favoritos. y al salir, y ser regresado a cambiarme, me dí cuenta de que aquello habían sido palabras, nada más. e intenté consolarme pensando que almenos, en un par de años podría al fín dejar de temer ser quien soy.
pero las promesas que apuntan hacia el mañana suelen levantar falza esperanza.
y ahora estoy aquí en mi ventana, esperando se cumpla mi condena, para quitarme estos grilletes y poder al fin desprenderme del miedo y la culpa de ser quien soy, nadie dijo era fácil ser diferente; yo lo sé, todos nosotros lo sabemos. pero la aceptación de tu familia al respecto, es una de las cosas que lo hace menos difícil. es por eso que mis amigos son lo más cercano a una familia para mí, que nunca llenarán lo que una familia de verdad deja, pero ese espacio lo llena el arte, la música; mi vida.
yo sé que si algún día la vista inquisitora posa sus ojos sobre este escrito en partícular, cada palabra que está escrita en él será usada en mi contra, en un juicio donde de nuevo, haré lo que quieran que haga, o me iré de la casa (aunque me reconforta al menos tener elección, si es que se puede llamar elección). y estoy pensando seriamente de nuevo, si podría hasta llegar a llevarla a sus ojos, aunque el recuerdo de la pregunta "¿eres emo?" y todas sus consecuencias me grita que no lo haga. pues, aunque es probable que a primera lectura despierte hasta compasión, al igual que siempre, luego traerán palabras que serán usadas en mi contra cada vez que intenten reprenderme. como la vez que me prometieron, que si no quería bajar a la alberca en las vacaciones, no tenía que hacerlo, y no lo hice. sin embargo como siempre, mis libertades se me vienen en mi contra en cuanto es hora de reprenderme.