era una noche, una bella noche de enero, un día de aquellos en que la calma tiñe de negro la noche, y la noche se viste de estrellas... la luna posaba llena en el cielo, posaba de una manera tan poética allá arriba, las nubes se deslizaban por el horizonte, susurrandonos desde lo lejos, como sea no les hacía caso, estaba con ella, solo ella y nadie más. nisiquiera la música de la naturaleza; los grillos, la costa, las hojas de los árboles y el viento acariciando las rocas, improvisando la sonata del mar que quería pero no podía distraernos, eramos los dos y nadie más. habíamos estado platicando un rato, con la calma del lugar, y luego un silencio interrumpió oportunamente, quizás era ese el momento, quizás era entonces, quizás y solo quizás... así que la miré en un tono distinto, y su mirada, aquella que me dice todo, todo cuanto sus labios temen decir, y por un momento sus ojos conversaron con los míos, como pidiendo permiso; y en su mirada sus ojos decían "sí". me acerqué un poco más hasta pensar que no se podía estar más cerca y la besé, la besé con el ritmo y tempo del viento. y por primera vez en mi vida, todo era perfecto; estaba con ella, solo ella y nadie más...