02 diciembre, 2009

dos lunas llenas desde que. . .

me encontraba yo uno de aquellos días, en que el cielo escupe lágrimas, y la luna llora estrellas. yo y mi pluma, con el violín a un lado y mis ojos postrados sobre la ventana, esperando que me visite la luna para poder llorarle de nuevo. mi pluma empapada de sangre escribía sobre el cuaderno, y mi mente encadenada a mi cuerpo se torturaba con el acosador recuerdo de una dama.
escribía palabras, palabras llorosas, palabras que tal vez no pensaba, pero plasmadas en la hoja y escritas con sangre, para mí almenos tenían sentído. y estaba tan despojado de la realidad escribiendo, que no noté cuando la luna entró a mi cuarto, y solo me dí cuenta hasta que su brillo se derramó en mi cuaderno, y en mi sangre vi su reflejo.
por un momento o dos la miré, la admiré y en cuanto me invadió de nuevo el recuerdo, rompí a llorar, y a la luna, titubeando entregué mis cuadernos, para que los viera y me entendiera; para que supiera que yo le he extrañado.
ella los vió con ternura y compasión, volteando de vez en cuando para saber si era ya momento de irse, y para cuando terminó de leer el último de ellos, los dejó en la ventana, y en la noche se desvaneció sin decir más. y de vuelta a mis cuadernos, mi mano tomó la pluma y me dispuse a hacer llorar al papel, y el recuerdo se dispuso a hacerme llorar a mí.

CW.