28 enero, 2009

mirando las estrellas desde la soledad


supongo que hace tiempo que dejé de pensar en aquellas cosas que de algún modo me hacían tan feliz, aún cuando de vez en cuando las mismas cosas me infligiían tanto daño...
aveces me detengo por un momento en las noches a ver las estrellas, camino a un lugar; pienso "que desperdicio, esa luz que estoy viendo, tarda millones de años en llegar a nuestra cabeza, sencillamente no la vemos, o no queremos verla." y es que, aunque basta con verlas de vez en cuando para saber que estarán ahí aún más que nosotros, siempre es bueno recordar lo pequeño que somos, lo poco que hacemos y sin embargo, lo mucho que desperdiciamos, pensando en nada más allá de nosotros.
es un momento como aquellos en los que te das cuenta de que todo tiene un lugar en el que encajar, sea de nuestro agrado o no, es como una gran danza, donde el último paso está donde te deja el penúltimo, que a su vez está donde te deja el último, una gran cadena de acciones y reacciones, nada sale de su sitio sin motivo, que no nos agrade es distinto.
millones de años y simplemente hay mucha gente a la que no le importa de dónde viene o a dónde va, veo a la gente cada vez más cerrada en su mundo y en su pobre percepción de las cosas. como si el mundo acabase donde se acaba su vista. viendo lo que quieren ver, oyendo lo que quieren oír. nunca se preguntan el porqué de las cosas.
me cae mal la gente que simplemente siguen la linea que otros trazan, vienen al mundo a bailar reggaetón y vivir en promiscuidad y excesos, solo por que aparentemente todos lo hacen, y la soledad no está donde todos caminan, el miedo a la soledad es lo que hace rodar al mundo, es por eso que la gente se rodea de más gente y se esfuerza por encajar, de oir lo que todos oyen, y hacer lo que todos hacen. sin embargo, en la soledad nada te distrae de ver al mundo tal cual frío es, es a distancia cuando puedes detenerte a ver cómo funciona el mundo, tan caótico y tan frio, tán ágil y a la vez tan inerte. no digo que la soledad sea buena, al fin y al cabo venimos a no más que a reproducirnos. pero a veces necesitamos mirar las estrellas, de lejos, y recordar nuestro lugar.