12 agosto, 2009

aquel reloj



y el reloj le lloraba al tiempo, pero el tiempo; caprichoso y agresivo, golpeaba al reloj dejando en él tales huellas que lo marcarían para el resto de sus días. y cada noche, sin embargo, exactamente a media noche; aquel reloj de madera fina dejaba salir un lamento, tal lamento anunciaba una noche más en el olvido de aquel salón, igual de fino; también en el olvido.

y cada golpe de aquel reloj anunciaba un segundo, un segundo más en el rincón. de vez en cuando la luna llena atravesaba la ventana del salón e iluminaba al reloj en su llanto de media noche, y la penumbra se rompía tal cual lo hacía la madera del reloj con cada minuto que pasaba en su olvido, y cada mañana el sol alcanzaba a reflejarse sobre el vidrio que protegia aquel hermoso pendulo de oro. más sin embargo el paso del tiempo atormentaba y acosaba a aquel reloj.

hoy en día, aquel viejo reloj ha sido encontrado, y con cada segundo que dió, por cada noche que anunció y cada día que presenció; al pasar de los años se volvió tan valioso que solo algunos cuantos pueden pagar, y ahora descansa en otro salón, donde la luna y el sol lo visitan cada día, cada noche. y donde puede contar a quienes entran al salón la historia del tiempo que ha presenciado, y la gente escucha su llanto con entusiasmo y curiosidad.

Chilly Willy